Juanpa y sus peregrinos
Dicen que a Juanpa le quedan dos telediarios, llevo quince años escuchando lo mismo, leyendo diversas teorías sobre lo que acontecerá el día que la palme, escuchando mil y un rumores vaticanos y romanos, quien será su sucesor, como le mantienen con vida, (recuerden esa sucesión de vacaciones en el Valle de Aosta donde no sé si en verdad le cambiaban la sangre como dicen ó lo iban clonando), me inclino a pensar que el descanso le sentaba igual de bien que a mi madre las vacaciones en Benidorm.El caso es que Juanpa sigue en pie, algo de lado la verdad, cuando cualquier otro mortal hace tiempo que estaría bajo tierra. Y he llegado a la conclusión de que me importa un pimiento oiga.
La primera vez que le vi, fue en octubre del año 1999,no cabía un alma en la plaza de San Pedro de Roma, y yo llevaba un cartelito con el numero 32 que servia de orientación a unos cincuenta peregrinos llegados de la ciudad condal para una beatificación -no me pregunten el nombre del beato por favor-. Siempre que había beatificación mis peregrinos no debían buscarme a mí, sino mirar debajo del cartelito con el numero de su autobús. Alli estaba su guia. Monjitas, beatas de medio pelo, y agregados al viaje por el precio económico, me seguían desde el hotel al autobús, del bus a los aparcamientos próximos a la Plaza y después hasta los asientos que tenían destinados y otorgados en sus entradas. Hasta que me cansé. Les recibía en el aeropuerto: Buon giorno, bienvenidos a Roma¿el numero de su grupo? El 45. Hale todos conmigo, yo sacaba el cartelito del numero 45 y como una procesionaria me seguían hasta el autobús ubicado en el abarrotado parking del aeropuerto de Fiumicino, una vez dejados los equipajes en el maletero, y todos sentaditos en sus asientos, señora en este de adelante no que es el mío¿porque demonios siempre hay una señora que quiere ir delante en el asiento del guía si no tiene pajolera idea de por donde hay que ir? Todos los caminos llevan a Roma sí, pero una vez en Roma ¿qué? ¿Eh? ¿Qué?. Dichas las primeras frases de rigor, sacaba el cartelito ¿lo ven?¿El numero 45 verdad?,Bueno pues olvídense de él, y acto seguido lo metía en una bolsa, a partir de ahora van a seguir ustedes esta antenita con el flamante pañuelo color pistacho que hay encima, mírenme bien, quédense con mi cara, que soy la única guía que tienen.y cuando a partir de ahora haya una multitud, no pierdan el tiempo yendo de un cartelito a otro buscando su numero, que si el 30, este no es, que si el 44 que tampoco, ¿donde estará el 45?,Ustedes buscan el pañuelo color pistacho y debajo esta su guía, y nada de que si el grupo numero 33 ha quedado a otra hora y me he confundido y llegan tarde, presten atención o regresaran al hotel en taxi Anda que no he gastado pañuelos, banderitas de la real sociedad, hasta una vez me compré un loro de papel couché en el aeropuerto, y un molinillo de colores, que después sirvió de juego a mi sobrina... Una vez alguien me dijo, no te pega el ridículo de ir con el loro de colores... Menos me pega el ridículo de llevar a esta gente a donde va y mira-contesté-Durante el jubileo del 2000, descubrí como hacerme con pases especiales de autobús que pudieran dejarme cerca de la plaza de San Pedro sin pasar por los parkings y sin arriesgar multa-no me pregunten el secreto-docenas de compañeros se preguntan aún como lo hago. Todo con tal de hacerme menos tediosa una beatificación o canonización, que para mí son solo trabajo. He acabado aborreciendo el Vaticano y todo lo que al mismo se refiere ¿y la culpa quien la tiene? Los peregrinos. ¿Por qué? Sencillo, ellos son la masa humana que alimenta las arcas vaticanas, a 12 euritos que esta la entrada al museo vaticano oiga. Vienen con un fervor desmedido, otros con un fervor de pacotilla, otros de acompañantes, su única fijación tener buen sitio en la plaza y poder decir en casa a la vuelta que han visto a Juanpa. Si alguna vez tuve algo de fe, la perdí el primer día que entre en el Vaticano, nada más lejos de un lugar de recogimiento, un templo desmedido, donde el sentido de la proporción se pierde, y grandes esculturas de santos y baldaquino incluido sirven de fondo a las fotografías de mil y un turistas. Si la gente se olvida del arte cuando entra buscando solo espacio para hacerse una foto no seré yo quien les haga un compendio de lo que allí dentro se reúne. Últimamente veo de nuevo a Juanpa salir mucho en la tele, demacrado y babeante. Y lejos de preguntarme como antaño que ocurrirá cuando la palme, me pregunto qué diría la iglesia católica, el Vaticano Juanpa incluido si yo o cualquiera de ustedes tuviéramos a nuestro abuelo trabajando en tales condiciones. Marqueting, dinero a espuertas cada vez que suben al calendario a un nuevo santo, que les faltan días oiga, que hay hojas del calendario que se caen por el peso de tanto santo. Y no me hablen de fe y cosas raras, que aún este año tenemos otra beatificación prevista en marzo, y hay que hacer que Juanpa llegue a ella... no sea que el próximo Papa no fabrique tanto santo y se nos pase el turno. De los palacios vaticanos hablaremos en próxima crónica, y del museo si quieren, hasta de los curas-confieso que a alguno bueno y caritativo he conocido en estos años-, y más de uno que no ha querido concelebrar con el papa a cambio de estar con los alumnos en dicho acto solemne, y a misioneros que esos si que tienen merito y no se atiborran tras el acto en las mesas de las mejores tratorias del barrio en torno a Borgo Pío. Hoy toca pensar si no es hora de que lo retiren a un monasterio, al Papa me refiero, y le dejen acabar sus días tranquilo. Muchos abuelitos acaban descansando en asilos ¿ qué tiene de malo un monasterio?
Trhyss
La primera vez que le vi, fue en octubre del año 1999,no cabía un alma en la plaza de San Pedro de Roma, y yo llevaba un cartelito con el numero 32 que servia de orientación a unos cincuenta peregrinos llegados de la ciudad condal para una beatificación -no me pregunten el nombre del beato por favor-. Siempre que había beatificación mis peregrinos no debían buscarme a mí, sino mirar debajo del cartelito con el numero de su autobús. Alli estaba su guia. Monjitas, beatas de medio pelo, y agregados al viaje por el precio económico, me seguían desde el hotel al autobús, del bus a los aparcamientos próximos a la Plaza y después hasta los asientos que tenían destinados y otorgados en sus entradas. Hasta que me cansé. Les recibía en el aeropuerto: Buon giorno, bienvenidos a Roma¿el numero de su grupo? El 45. Hale todos conmigo, yo sacaba el cartelito del numero 45 y como una procesionaria me seguían hasta el autobús ubicado en el abarrotado parking del aeropuerto de Fiumicino, una vez dejados los equipajes en el maletero, y todos sentaditos en sus asientos, señora en este de adelante no que es el mío¿porque demonios siempre hay una señora que quiere ir delante en el asiento del guía si no tiene pajolera idea de por donde hay que ir? Todos los caminos llevan a Roma sí, pero una vez en Roma ¿qué? ¿Eh? ¿Qué?. Dichas las primeras frases de rigor, sacaba el cartelito ¿lo ven?¿El numero 45 verdad?,Bueno pues olvídense de él, y acto seguido lo metía en una bolsa, a partir de ahora van a seguir ustedes esta antenita con el flamante pañuelo color pistacho que hay encima, mírenme bien, quédense con mi cara, que soy la única guía que tienen.y cuando a partir de ahora haya una multitud, no pierdan el tiempo yendo de un cartelito a otro buscando su numero, que si el 30, este no es, que si el 44 que tampoco, ¿donde estará el 45?,Ustedes buscan el pañuelo color pistacho y debajo esta su guía, y nada de que si el grupo numero 33 ha quedado a otra hora y me he confundido y llegan tarde, presten atención o regresaran al hotel en taxi Anda que no he gastado pañuelos, banderitas de la real sociedad, hasta una vez me compré un loro de papel couché en el aeropuerto, y un molinillo de colores, que después sirvió de juego a mi sobrina... Una vez alguien me dijo, no te pega el ridículo de ir con el loro de colores... Menos me pega el ridículo de llevar a esta gente a donde va y mira-contesté-Durante el jubileo del 2000, descubrí como hacerme con pases especiales de autobús que pudieran dejarme cerca de la plaza de San Pedro sin pasar por los parkings y sin arriesgar multa-no me pregunten el secreto-docenas de compañeros se preguntan aún como lo hago. Todo con tal de hacerme menos tediosa una beatificación o canonización, que para mí son solo trabajo. He acabado aborreciendo el Vaticano y todo lo que al mismo se refiere ¿y la culpa quien la tiene? Los peregrinos. ¿Por qué? Sencillo, ellos son la masa humana que alimenta las arcas vaticanas, a 12 euritos que esta la entrada al museo vaticano oiga. Vienen con un fervor desmedido, otros con un fervor de pacotilla, otros de acompañantes, su única fijación tener buen sitio en la plaza y poder decir en casa a la vuelta que han visto a Juanpa. Si alguna vez tuve algo de fe, la perdí el primer día que entre en el Vaticano, nada más lejos de un lugar de recogimiento, un templo desmedido, donde el sentido de la proporción se pierde, y grandes esculturas de santos y baldaquino incluido sirven de fondo a las fotografías de mil y un turistas. Si la gente se olvida del arte cuando entra buscando solo espacio para hacerse una foto no seré yo quien les haga un compendio de lo que allí dentro se reúne. Últimamente veo de nuevo a Juanpa salir mucho en la tele, demacrado y babeante. Y lejos de preguntarme como antaño que ocurrirá cuando la palme, me pregunto qué diría la iglesia católica, el Vaticano Juanpa incluido si yo o cualquiera de ustedes tuviéramos a nuestro abuelo trabajando en tales condiciones. Marqueting, dinero a espuertas cada vez que suben al calendario a un nuevo santo, que les faltan días oiga, que hay hojas del calendario que se caen por el peso de tanto santo. Y no me hablen de fe y cosas raras, que aún este año tenemos otra beatificación prevista en marzo, y hay que hacer que Juanpa llegue a ella... no sea que el próximo Papa no fabrique tanto santo y se nos pase el turno. De los palacios vaticanos hablaremos en próxima crónica, y del museo si quieren, hasta de los curas-confieso que a alguno bueno y caritativo he conocido en estos años-, y más de uno que no ha querido concelebrar con el papa a cambio de estar con los alumnos en dicho acto solemne, y a misioneros que esos si que tienen merito y no se atiborran tras el acto en las mesas de las mejores tratorias del barrio en torno a Borgo Pío. Hoy toca pensar si no es hora de que lo retiren a un monasterio, al Papa me refiero, y le dejen acabar sus días tranquilo. Muchos abuelitos acaban descansando en asilos ¿ qué tiene de malo un monasterio?
Trhyss
11 comentarios
Lula -
Sorangustias -
Treponema -
Ánimo Trhyss con tus pañuelos de colores, el mundo está tomado por los fariseos.
Tautina -
Trhyss -
visitante -
visitante -
Thryss -
Paco Jones -
Thryss -
Paco Jones -