Blogia
Blog de #biblioteca del irc-hispano

VERDE

“El verde, el verde hierba,

Pintó un prado en mi vientre,

Sembró un árbol en mi ombligo,

Y echó raíces en mis entrañas.”

Anacel.

Verde.

Hoy he estado con ella. Era nuestro primer encuentro, era nuestra historia en verde. Lo tenía todo soñado, pensado y dispuesto. Quería convertir ese primer encuentro en un ritual de descubrimientos.
Atrás quedaban las cartas, los mails, las fotos, las llamadas, los mensajes, las incertidumbres, las dudas, la culpa, los desencuentros y solo el deseo de sentir el tacto de su piel en mis manos salía triunfante y victorioso.
Ella ha llegado puntual, muy puntual. Ella es puntual.
Se ha dejado besar tal y como lo tenía pensado y desde ese momento no la he soltado de la mano, no quería perderla, perder el calor de su piel. Se ha dejado llevar.
Después de unos minutos de conversación intrascendente y de un café en el bar del hotel hemos subido a la habitación. Tenía miedo por la habitación, de que no resultara suficientemente acogedora. Ella parecía tener otros miedos, aunque creo que se sentía segura y arropada.
He abierto las ventanas y el sol de la mañana ha iluminado la habitación entera. Con mis manos en su cara, la he vuelto a besar y cogida de la mano la he conducido al baño.
Ella vestía unos pantalones cortos de deporte y una camiseta de manga corta. Se había descalzado al entrar en la habitación.
Estábamos frente a frente y he ido subiendo mis manos desde su cintura hasta las axilas y le he ido levantando los brazo y la he despojado de la camiseta. Sus pechos y su torso han aparecido desnudos a mi vista. Tiene los pechos pequeños. Me resultan divertidos.
Me he arrodillado ante ella y le ha bajado los pantalones.
-Levanta un pie y después el otro.-
Allí estaba ella, en braguitas , ante mi. Con mis manos en su cintura le he bajado las braguitas hasta los tobillos. Su sexo es negro y oscuro, muy poblado y salvaje. Me gusta. La he vuelto a besar y me he dejado empapar de sus más íntimos olores y sabores.
- Espera.
He abierto la mochila y de ella he cogido un gel de baño y una esponja de mar. El agua ha corrido en la bañera hasta alcanzar la temperatura justa.
- Entra. Date la vuelta.
El agua resbala lentamente por su piel y con el agua descubro todas sus formas: su nuca, su espalda, sus caderas, su culo, sus nalgas, sus piernas, sus tobillos, sus pies.
- Gírate.
Otra vez el agua deslizándose por su anatomía y, con el agua, mi mirada. La he enjabonado toda entera entreteniéndome , si, otra vez, en sus brazos, si, otra vez, en sus axilas, si, otra vez, en su nuca, si, otra vez, en sus nalgas, si, otra vez, en su sexo entero. Mis manos han jugado caprichosas con toda su piel.
- Toma. Sécate.
He vuelto a la habitación, he deshecho la cama y sobre el suelo he tendido la sábana negra. He extraído la caja de las pinturas y con el verde he trazado una circunferencia. En los cuatro puntos cardinales he encendido las velitas.
He vuelto al baño y ella seguía secándose el cuerpo.
- Toma, píntate las planta de los pies.
Me he desnudado y rápidamente me he duchado.
- Pásame la pintura. Ven. Entremos en el círculo. Siéntate, ahí, frente a mi. Voy a pintarte, voy a pintarte de verdes, con mis manos, con mis dedos, con mi boca.
Primero he cogido el verde más puro y he cubierto su piel, entera. Es la base. Luego el tono verde pistacho, el lima limón, algo de amarillo, algo de naranja, algo de blanco, algo de rojo sobre su ombligo y sus pezones, con mucho cuidado porque los roces le resultan molestos.
No había formas, sólo trazos de color caprichosos. Parecía un cuadro de Matisse, pero no era ella la que estaba pintada, sino mi alma la que estaba teñida de ella.
- Toma, te toca.
Ella ha repetido sobre mi cuerpo el mismo ritual que minutos antes había experimentado sobre ella misma. No he podido evitar excitarme y mi miembro ha alcanzado su erección.
- Ya está. Abrázame. Túmbate. Manchemos la sábana con el movimiento de nuestros cuerpos.
Nuestras manos, a la par, han continuado extendiendo y fundiendo todos los colores y dejando en la sábana negra la huella de nuestro encuentro.
- Vente al baño.
Ella se ha puesto de pie, bajo la ducha, apoyada y cara la pared. He entrado y mis manos han vuelto ha encontrar su cuerpo entero. Mi miembro seguía erecto y se rozaba con las nalgas y su culo
Deseaba penetrarla, me moría de ganas. El color rojo se iba apoderando de mi. Esperaba la orden de ella. La he besado y me he masturbado detrás de ella, como si la estuviera haciendo la mía. Me he corrido sobre su espalda.
El agua seguía cayendo por nuestros cuerpos desnudos y ya sólo su piel desnuda y limpia quedaba a la vista.
El agua caía y la bañera recobraba su color. La bañera se llena de nuevo de agua y de espuma. Nos sentamos, ella entre mis piernas y yo, apoyando mis brazos en las suyas, la acariciaba y seguía enjabonando, muy lentamente, repasando sus formas, sus texturas, sus emociones....
Próxima estación : Azul.
jAvier.

1 comentario

Enemigo -

Y por qué no AZUL?....si se piensa un poco el Verde es el fruto de la mezcla de Azul y Amarillo, yo prefiero el Azul!