Poema de Majonei
Tras los cristales de la ventana del café de la esquina.
Delante de la mesa, que presenció nuestro primer encuentro.
Me encuentro solo.
Apoyado en la pared,
reposa, el espejo en el cual te mirabas.
Y no recuerdo mi imagen, sin tu reflejo.
Negras baldosas, que tiñen el suelo, recuerdan los pasos de aquel sueño.
Serena quietud embargan los brazos de la lámpara en el techo anidada.
Perfume perdido,
aroma encontrado.
Tras los cristales de la ventana del café de la esquina,
escribo tu nombre en una servilleta, que
llevo a mis labios, cierro los ojos y...
Beso.
Me encuentro solo.
Habla la puerta que deja pasar retazos de sombras, augurios de luz.
Levanto la vista, y dejando escapar un leve
suspiro, tu nombre rebota en mi interior.
Delante de la mesa, que presenció nuestro primer encuentro.
Me encuentro solo.
Apoyado en la pared,
reposa, el espejo en el cual te mirabas.
Y no recuerdo mi imagen, sin tu reflejo.
Negras baldosas, que tiñen el suelo, recuerdan los pasos de aquel sueño.
Serena quietud embargan los brazos de la lámpara en el techo anidada.
Perfume perdido,
aroma encontrado.
Tras los cristales de la ventana del café de la esquina,
escribo tu nombre en una servilleta, que
llevo a mis labios, cierro los ojos y...
Beso.
Me encuentro solo.
Habla la puerta que deja pasar retazos de sombras, augurios de luz.
Levanto la vista, y dejando escapar un leve
suspiro, tu nombre rebota en mi interior.
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